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Lewis Carroll, que en realidad se llamaba Charles Lutwidge Dodgson (se puso el nombre para ser mas fascinante y para poder escabullirse de la policia cuando lo buscaban por pedofilo), nació en Daresbury, Cheshire, el 27 de enero de 1832 y murió, según dicen, en Guildford, Surrey; el 14 de enero de 1898. Sacerdote anglicano, lógico, demente, psicópata, matemático, tortura-mentes, fotógrafo y Alicia en el país de las maravillas.
Carol nació en el seno (¡ohh!) de una familia conservadora donde hasta el abuelo era obispo. Empezó estudiando en su casa porque era muy vago como para caminar hasta la escuela y la madre lo obligó a ser diestro, siendo que había nacido zurdo, también el tío este sufría de tartamudeo, cosa que le dificultaba las posibilidades de poder ligar con las mujeres. Luego lo mandaron a estudiar a las afueras para terminar en la universidad de Oxxxford donde chupó algunas vergas y lo hicieron profesor de matemáticas. Ahí le dijeron que además de ser tartamudo, tener un miembro pequeño y ser diestro a la fuerza sufría de epilepsia.
Carroll además de todas las enfermedades que nombramos anteriormente, también sufría de artritis -pobre tío- y consumía láudano que es un derivado del opio -seguro que no lo conseguirás en la farmacia de la esquina, no te entusiasmes- para poder calmar en dolor, y también, por supuesto, para darse viajes interestelares y escribir o dibujar estupideces. Tanto le gustaba que podemos ver con facilidad en Alice in Wonderland que Alice consume pedazos de hongos y otras setas que le hacen crecer, empequeñecerse, ver gatos riéndose y se hace amiga de una oruga que vive sobre un hongo y que lo fuma mientras canta.
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